3 ¿Darías un salto de fe conmigo? por Velkan Corvinus
Por Velkan Corvinus "el Viejo"
(Primera publicación en la revista "Acephale No. 7"; Cuento 3ro de la línea principal del Codex Tempesta)
La vida… ¿en verdad es
bella?
En la televisión o el
cine siempre retratan a la familia feliz y perfecta, y los hijos como el
orgullo de sus padres. Creo que yo no encajo en ese esquema.
Soy la típica chica
blanca rebelde que odia el rosa, se viste de negro, va a conciertos de rock y
tiene una facilidad de noviar y besar a idiotas o chicos malos, que para mi es
lo mismo. Mis relaciones nunca han sido perfectas, o más bien no busco que sean
perfectas simplemente busco lo que todos quieren, pero tienen miedo de admitir
por alguna estupidez moral, SEXO.
—Iré con unos amigos,
te veré después Jenny— menciona un hombre negro que se levanta de la cama
en donde estaba acostado con ella.
—Oye— Jenny le
lanza unos boxers a la cara del acompañante nocturno.
—Que me guste tu
juguete no significa que lo quiera estar viendo todo el tiempo— le dice
Jenny mientras ve al hombre sonreír tomando los boxers que le arrojó en la
cara.
—Ya veremos si en la
noche piensas igual—responde el hombre negro con un tono egocéntrico y una
postura fanfarrona, contrayendo los músculos de su abdomen para coquetear con
Jenny.
—ya vas a comportarte
como idiota otra vez, ya vete que tengo que ir a trabajar— menciona Jenny
enderezándose desnuda de la cama y buscando ropa para vestirse rápidamente
mientras el hombre se viste rápidamente en la sala para irse del departamento.
Tyrone, o como lo conocen
en los bares y antros DJ Ty, ha sido mi escape de la realidad desde hace dos
semanas. Me he acostado con muchos idiotas, y Ty no es la excepción, pero al
menos me satisface en la cama lo suficiente para escaparme de la realidad
algunas veces.
Nunca fui buena en la
escuela o estudiando, siempre me escapaba de la escuela cuando podía. A mis
padrastros no les importaba, ya que ellos me tenían porque el gobierno les daba
un cheque mensual por cuidar a una huérfana mientras el estado me colocaba en
una casa con padrastros definitivos, pero eso nunca pasa y menos cuando tienes
20 años.
Me independicé lo más
rápido posible de la casa de mis pseudo-padres trabajando de mesera en las
mañanas en un restaurante chico de esos a los que van para tomar el café,
desayunar o pedir una comida rápida para después irse, aunque mi mejor trabajo
es en las noches. En las noches soy mesera en un antro que siempre tiene
clientes, la propinas siempre son buenas, y más si vas vestida de una forma en
que los hombres no dejan de mirarte, es fácil ganar propinas de esa manera
todos los hombres son unos idiotas.
En las noches es en donde
más me relajo y me desestreso. En los tiempos libres mi jefe nos deja a mi y a
otras divertirnos en el antro a lo cual aprovechamos siempre. Mi pareja de
juegos siempre es Alex, mi mejor amiga. Las dos vivimos en el mismo departamento
dividiéndonos la renta, aunque ella nunca duerme en las noches conmigo, siempre
se queda en la casa de los chicos que conoce en el antro y se acuesta con
ellos, es la chica más promiscua que conozco, pero aún así la quiero.
—¿Te encargas de la
mesa 8?, tengo que atender la 5— me dice Laura, mi compañera de trabajo en
el restaurante.
—Si, yo los atiendo—
Había tardado 10 minutos
en llegar, así que como puedo me pongo mi mandil mientras me dirijo a la mesa.
—Buenos días, ¿Qué van
a ordenar?— les pregunto a los comensales de la mesa 8.
—Buenos días, para mi
van a ser unos hotcakes con un café y para mi esposa los mismo— responde el
señor mientras mira sonriendo a su esposa que le responde el gesto sonriendo y
estrechando su mano en la mesa.
—Enseguida se los
traigo— antes de retirarme el señor me detiene tratando de hacerme una
pregunta en voz baja.
—Disculpa señorita,
¿no sabe usted porque a 5 calles de aquí el paso está cerrado? Hay cordones
policiacos y eso— me pregunta el señor con un interés sin morbo.
—Por lo que supe hubo
un asesinato en unos departamentos, un hombre mató a su pareja mientras
discutían y desapareció un niño, el hijo de la mujer fallecida— le respondí
viendo el desconocimiento de lo sucedido en el rostro de la pareja de los
comensales.
—¡Vaya!, últimamente
han pasado cosas muy horribles en esta ciudad. Primero fue el caso del pastor
Hammond y ahora esto, en que se a convertido la sociedad— me contesta la
señora con un tono de asombra y aungustia.
—Una tragedia la
verdad, voy a pedir su orden para que ya puedan desayunar— les respondo
rápidamente para que me dejen de estar preguntando sobre las cosas malas de
esta ciudad. No es que no me importe, pero esto pasa siempre en todos lados, no
veo porqué sorprenderme.
—Dos ordenes de
hotcakes y dos cafés— le menciono a mi jefe que es el cocinero del
restaurante.
—Van de inmediato—
me responde sin hacer contacto visual ya que estaba entretenido terminando las
otras ordenes que se habían pedido antes.
Mientras espero la orden
veo que una muchacha pelirroja un poco desaliñada entra por la puerta y empieza
a observar el lugar buscando a alguien, era Alex.
—¡Amiguis!— me
responde de una forma emocionada mientras se acercaba rápidamente a mi
tambaleándose en los tacones que tenía puestos.
—¿Qué hiciste ahora?—
le respondo con un tono juguetón pero serio.
—Mas bien que no hice.
¿Recuerdas a ese muchacho que me invito los tragos?, me fui con el después del
trabajo a su casa y me acosté con él, te lo juro amiga, fue el sexo más rico
que jamás haya probado, hasta tengo ganas de estar con el de una forma más
seria— me responde Alex con una emoción y un brillo en los ojos más notorio
de lo usual.
—¿Tú?, ¿una mujer de
un solo hombre? ¿me quieres hacer reír?— le respondo de una manera burlona
y sarcástica.
—Ya bueno, puede que
solamente este un tiempo con el y lo deje, pero mientras me siga haciendo el
amor de esa manera, me tendrá por mas tiempo— menciona Alex mientras hace
unos gestos de niña traviesa.
—Eso pensé, bueno te
dejo, tengo que seguir mi turno sino me corren— le respondo a Alex mientras
tomo el pedido de la mesa 8.
—Bueno amiga, te veo
al rato, tu novio va a tocar en el antro esta noche—
—No es mi novio ya te lo
dije— respondo rápidamente a Alex para dejar perfectamente
claro ese punto.
—Tienes razón, esos 20
cm que te estás cenando todas las noches es más allá que un noviazgo, ¡Nos
vemos amiguis!— me responde Alex en un tono burlón e insinuoso mientras se
marcha del restaurante.
Alex es de esas amigas
divertidas de tener de tu lado y perras si están en tu contra.
Llegando la noche me
acerco a la puerta del antro, John, el guardia de la entrada me da preferencia
al entrar. La esencia del lugar siempre es la misma, luces neón o de colores,
mucha gente, alcohol y de forma discreta drogas en todas las mesas, música
electrónica y rap a todo volumen, y las meseras como yo, vestidas con minifalda
negra, tacones negros y un brasier de cuero apretado para fomentar las propinas
de los clientes.
Alex ya estaba haciendo
su trabajo, calentando la entrepierna de los clientes para que en el tiempo
libre le inviten todos los tragos que ella quiera. Esta noche Ty va a cantar,
ya que también es rapero, por lo tanto, pienso que esta noche nos iremos juntos
a la casa.
Como todas las noches el
lugar fue un caos, de aquí para allá, sirviendo tragos, siendo manoseada por
ebrios, con pies adoloridos por los tacones, en fin. Ty alborotó de emoción el
lugar haciendo que la marihuana, cocaína y alcohol tuvieran más demanda esta
noche, es posible que mi jefe lo quiera contratar para mantener las ventas
igual que hoy.
Cuando Ty terminó se
juntó con sus amigos del barrio, otros pandilleros y raperos como él.
—Uf, esta vez si
estuvo cansado amiguis, pero recibí más propinas que en otros días— me dice
Alex con un tono agotado pero enérgico.
—Eso es lo único
bueno, ¿y tu nuevo novio definitivo?— le respondí a Alex de forma curiosa
pero sabiendo que me iba a contestar.
—Ya lo dejé, ahora
tengo un nuevo galán, es mayorcito, pero los mayores dicen que son
experimentados— me responde con un tono coqueto y travieso.
—¡Ja! Te lo dije, no
eres niña de un solo niño— contesto con seguridad mostrando que yo soy
quien la conoce mejor.
—Ay, déjame soñar de vez
en cuando, ¡Oye! ¿no es tu novio Ty?— me pregunta con un tono de duda mezclado con
sorpresa.
—Que no es mi…— en
eso veo a Ty besándose con unas tres chicas, una rubia y dos afroamericanas.
—Lo bueno que no es tu
novio— menciona Alex tratando de suavizar el coraje que veía que estaba
sintiendo.
—Ahorita vengo voy a
otro lado—
Me sentía muy enojada y
decepcionada, me fui lejos de ahí a un rincón del antro donde el sonido no era
tan fuerte y donde las luces no fueran tan abundantes para que no vieran mi
lagrimas correrse con el delineador negro de mis ojos y vieran mis manchas.
—Me recuerdas a mi
hermana— sonó una voz masculina con tono educado y seguro viniendo de un
rincón.
Voltee para ver de dónde
venía y vi a un hombre sentado en una mesa solo, con una lampara que lo
alumbraba como a esos detectives de las películas, de una forma misteriosa,
pero lo suficiente para verlo correctamente.
—¿Disculpa?— le
respondo al extraño en un tono de no querer bromas o molestias.
—Me recuerdas a mi
hermana, piel de porcelana, cabello largo y negro, menos los ojos, los de mi
hermana son azules— me responde el extraño hombre con un tono firme y
autoritario, pero a la vez suave y carente de burla o fanfarronería.
—Si esa es tu mejor
manera de coquear o ligaaar señor Don Romántico puedes irte a la mierda— le
respondo de forma rápida y un poco enojada.
El extraño hombre se
incorpora de forma lenta y delicada, dando a sentir que tiene todo el tiempo
del mundo y no se siente ni apresurado ni inseguro. En eso vislumbro mejor al
misterioso hombre. Era alto, como de 1.90, tenía una cara muy fina y muy guapa
debo decir, su mandíbula era muy cuadrada sin llegar a un exceso, su piel era
como la mía, muy blanca que parecía nieve, su pelo era negro y lacio, lo tenía
corto pero un tanto crecido, lo hacía ver bien. Venía vestido de una manera
extraña pero sofisticada, un traje negro muy elegante, aunque de un estilo que
creo que a mi abuelo nunca le tocó usar, pero se veía muy bien, pero lo que más
resaltaban eran sus ojos azules, era un azul muy penetrante que parecía que
tenían luz propia.
El extraño hombre se
acercó a mí de una forma paciente y muy segura mirándome fijamente con una
pequeña sonrisa.
—Una disculpa si mi
comentario llegó a ofenderte, permíteme recompensarte tal afrenta de alguna
forma, mi nombre es Armand— me responde de una forma en que manifiesta
sumisión por el error cometido, pero al mismo tiempo mantiene su autoridad y
dominio mientras me extendía su mano dándome una invitación a que la estreche.
Me quedé un tanto muda e
intrigada por este hombre, me tenía hipnotizada, tenía algo que no sé qué es,
pero me atraía.
—Yo soy Jenny— le
respondo el gesto, aunque a diferencia de él, con un poco de nervios e
inseguridad.
El hombre toma mi mano y
la voltea de una forma en que la palma queda mirando al suelo y la acerca a su
boca dándole un beso y respondiendo.
—Es un placer
conocerla, señorita Jenny—
El coraje y tristeza que
tenía en ese momento se desvaneció, quedando prendada en ese misterio que
Armand desprendía de su ser.
—¿¡Jenny!?— se escuchó
una voz a otro lado del lugar. Era Ty.
—Jenny, me dijeron que
estabas aquí, ¿y éste quién es?— menciona Ty con un tono agresivo seguido
por sus amigos.
—No te importa mejor
vete no te quiero ver— le respondo de una manera cortante recordando el
enojo y coraje que le tenía hace rato.
—¿Qué haces con mi
chica?, ¿tienes algún problema?— le responde a Armand con un tono de barrio
bajo y un andar de pandillero empoderado.
Ty era el clásico chico
negro de gimnasio, es muy alto, con tatuajes, rapado y mentón cuadrado, con una
tez un tanto café oscuro y un porte que hace ver que no es buena idea meterse
con él, pero Armand parecía demasiado relajado, como si esto no fuera ningún
problema.
Los amigos de Ty se acercaron
como en señal de unirse a Ty y empezar a golpear al hombre refinado.
—Ty por favor no hagas
una escena vámonos— le digo insistiéndole y tratando de jalar su brazo para
llevármelo del lugar.
En ese instante detrás de
Armand sale de las sombras un hombre que estoy segura solo podría aparecer en
películas de terror. Era el hombre más grande que haya visto, estoy segura que
media más de 2 metros. Era un hombre demasiado alto, con un traje negro muy
casual, igual que el traje del guardia del antro, llevaba un sombrero negro,
estilo Al Capone, además de llevar unas gafas negras. Su piel era pálida, no
blanca, pálida, en un tono enfermizo, y el pelo rubio que se asomaba de su
sombrero parecía que fuera falso.
El hombre salió y se posicionó detrás de
Armand. Podía ver que Ty y Armand medían lo mismo, como 1.90, pero ese hombre
que salió de las sombras los hacia ver como simples enanos.
Al momento de ver a ese
hombre gigantesco los amigos de Ty retrocedieron con cara de asombro e
incertidumbre, Ty aunque se mantuvo un tanto firme no pudo impedir demostrar un
miedo e incertidumbre mientras veía con asombro al hombre detrás de Armand.
—Veo que mi presencia
está causando una perturbación en la tranquilidad que antes había aquí así que
me retiro— menciona Armand de una forma muy educada, cortés con un tono de
autoridad y seguridad muy dominantes pero gentil y dulce a la vez.
—Espero encontrarla en
otra ocasión, señorita Jenny, que pase buenas noches— Armand hace una inclinación
con la cabeza de forma elegante y muy respetuosa hacia mí.
Armand se endereza,
acomoda su traje y se retira, pasando a través del grupo de Ty mientras éstos
se abren y dan espacio para que Armand y su compañero tenebroso se retiren del
lugar.
Después de ese instante
empiezo a retirarme muy enojada e irritada del lugar mientras Ty me persigue
deteniéndome.
—Jenny ¿Qué te pasa,
porqué estas enojada?— me pregunta Ty con un tono de duda y asombro.
—Pregúntaselo a tus
chicas con las que te estabas besando— le respondí de forma rápida y
enojada mientras me retiraba con paso seguro y determinado hacia afuera del
antro para irme a mi casa ya que mi turno había terminado.
En ese momento al estar
en la calle de noche con el tráfico de carros, personas en la calle y al
ajetreo de la vida nocturna en la ciudad me puse a echar lagrimas un poco
mientras oía truenos en el cielo amenazando con llover.
En eso escucho una voz
familiar.
—¿Quieres que te
lleve?, está por llover, y en la noche no es un lugar para una dama como usted—
era Armand que estaba al lado de una limusina negra con la puerta abierta
invitando a que entre.
Me sequé las lágrimas y
lo miré, se me escapó una leve sonrisa de agradecimiento mientras me acercaba a
él para aceptar su ofrecimiento.
—¡Jenny!— escucho
los gritos de Ty mencionando mi nombre.
—¡¿Qué quieres?! Ya no
quiero nada que ver contigo así que LARGATE DE MI VIDA—
se lo digo gritando y enojada como nunca antes.
Ty se acercaba, pero fue
interceptado por Armand que tranquilamente y educadamente lo invitó a retirarse
el lugar.
En ese momento Ty vio con
rabia a Armand y lanzó un fuerte puñetazo al rostro de Armand haciendo que esté
girara el rostro hacia un lado. En ese momento el hombre tenebroso salió de la
cabina del chofer de la limusina y con paso lento pero rápido se dirigió de
forma amenazante hacia con Ty, haciendo que éste se congelara de miedo y diera
unos pasos hacia atrás.
Armand levantó su mano
izquierda con su palma extendida indicando que se detuviera su acompañante, lo
cual hizo, deteniéndose y poniéndose erguido como robot que fue desactivado.
Armand bajo la mano y enderezó su cara mostrando que no hubo ningún rasguño,
como si el golpe de Ty fuera una brisa de aire que chocó en su rostro. Armand
le sonrió de manera educada y nuevamente lo invitó a irse. Ty sorprendido me
dio una mirada y se retiró consternado devuelta al antro.
Armand le dio la señal al
hombre tenebroso de irnos y se metió conmigo en la limusina. Mientras la
limusina recorría las calles de la zona voltee a ver el rostro de Armand todo
sereno y tranquilo, sin ninguna agitación por lo ocurrido.
—¿Estás bien?, ese fue
un golpe realmente fuerte— mencioné ya que como Ty estaba sorprendida de la
situación.
—No fue nada no te
preocupes— me respondió mostrando un gesto con una sonrisa que me calmaba
instantáneamente mientras apretaba mi mano de forma cariñosa.
En ese instante me sentí
muy cómoda y feliz, como nunca antes me había sentido, y se sintió muy bien.
Llegamos a mi casa, salí
de la limusina agradeciendo a Armand por traerme para luego caminar a la
puerta.
—¿Vives tú sola?— me
pregunta Armand de una forma cortés con una pisca de curiosidad.
—No, vivo con mi amiga
Alex, pero ella nunca llega en las noches—
—¿Te gustaría venir
conmigo?— me responde Armand con un tono cortés y una mirada un
tanto seductora.
—¿Es buena idea ir con
un extraño como tú?— le pregunto de una forma coqueta y un tanto traviesa.
—No lo sé, ¿Darías un
salto de fe conmigo?— me responde Armand de forma segura y seductora
mientras extiende su mano ofreciéndome la invitación.
Miro fijamente a los ojos
de Armand mientras me acerco a él mostrando una sonrisa y dándole mi mano
mostrando mi consentimiento para que me lleva a donde quiera.
Subo nuevamente a la
limusina de Armand para dirigirnos a un hotel muy lujoso al centro de la
ciudad. Ese hotel es exclusivamente para personas de mucho dinero. Armand me
lleva de la mano con su brazo de una forma muy caballeresca y antigua en
cuestiones de formalidad. En la entrada los gerentes y empleados del hotel lo
reciben con mucho respeto.
—Señor Van der
Morvant, la orden que encargó ya está en su habitación— le menciona un
mayordomo del hotel mientras inclina su cabeza en señal de respeto.
Armand le agradece
respetuosamente y subimos al ascensor. Mientras subíamos voltee para mirar el
rostro de Armand con un sentimiento de curiosidad juguetona y le pregunté.
—mmm Van der Morvante
eh, yo ya presentía que no eras de aquí, ¿De dónde eres si se puede saber
hombre misterioso?—
Armand voltea a verme con
una sonrisa dulce y formal.
—De muy lejos de aquí,
aunque del lugar donde provengo es muy seguro que no se llame igual de cuando
estuve ahí, ha pasado mucho tiempo—
En eso el elevador abre y
su chofer nos esperaba en la puerta de la habitación para abrírnosla. Al entrar
me quedé sorprendida.
Era una habitación digna
para reyes, llena de lujos, colores dorados, estoy segura que lo dorado era oro
real, una cama enorme, estilo María Antonieta, licores y chocolates de varios
tipos hasta de países o lugares que jamás pensé que existieran.
En ese momento Armand se
dirigió a su chofer y le dio órdenes de que saliera, (además de un susurro que
no alcancé a escuchar) que estaba bien por el momento, a lo cual el chofer
sintió con la cabeza en señal de comprender la orden y saliendo de la habitación
cerrando la puerta con delicadeza al momento de salir.
Después de eso trate de
romper el hielo para iniciar una conversación.
—Escuché algo raro que
le dijiste a tu chofer como si fuera otro idioma, vaya que tienes sorpresas— le
respondo con un tono cariñoso y juguetón.
—Es un idioma viejo
que es probable que ya no lo hablen en este tiempo, solamente le di
indicaciones de que hacer en esta noche, y no es mi chofer en sí, es uno de los
sirvientes de mi familia que han estado con nosotros por generaciones— me
responde con su característica sonrisa calidad y su tono seductor que me mata.
En eso escucho unos
maullidos y veo que un gato negro salta a la cama maullando y ronroneando.
—Vaya tienes un
gatito, siempre quise uno de niña pero nunca lo pude tener— le menciono
mientras me dirijo para acariciar al gatito y éste se talla conmigo de manera
cariñosa mientras ronronea.
—Es un amigo de mi
familia, siempre viene con nosotros— me responde mientras en
dos copas sirve un vino que tenía en su pequeña cantina privada.
En eso veo el medallón
del gatito para saber su nombre, pero en vez de su nombre había una especie de
símbolo, como un ojo estilo egipcio o algo así, no le di importancia así que lo
deje pasar, además que el gatito salto para perderse en la sala de la
habitación.
Armand se dirigió hacia mí
con las dos copas en la cama dándome una.
—Este vino es un vino
francés de Borgoña, Latour Les Pierres Dorées, es simple, pero me gusta mucho
su sabor— menciona Armand mientras le da un sorbo y me mira
seductoramente mientras le doy un sorbo al mío.
—mmm muy bueno, jamás
había probado un vino tan bueno en mi vida, lo único que he probado es cerveza
y whistky— le respondo mientras se me sale una risa de nervios por sentirme
un poco fuera de lugar a los gustos o calidad de vida tan extravagante de
Armand.
—Siempre hay una
primera vez, pero cuéntame de ti, quiero concerté mejor— me responde Armand
mientras deja su vino a un lado para dedicarse solamente a prestar atención en
mí.
Con nervios y un poco de
pena respondo.
—Pues no soy la gran
cosa, simplemente tuve una infancia difícil en orfanato y orfanato, mis padres
reales me abandonaron, la pase en casa de padrastros, trabajo en un restaurante
en las mañanas y en el antro en las noches, me he juntado con idiotas como tú
ya te has dado cuenta y pues lo demás es historia—
En ese momento sentí una
gran pena por mí, como si me diera realmente cuenta de mi vida y que
simplemente era una chica perdida que vivía como zombie, sin ningún deseo de
voluntad en nada, me convertí en solamente un producto de consumo para los
idiotas que están allá afuera, la sociedad, todos.
En eso Armand me toma de
la mano y dice.
—Y gracias a eso pude
encontrarte— volteo toda llorosa a ver los ojos de Armand.
—Vengo de una familia
muy vieja, vinimos a esta ciudad ya que mi madre nos llamó a que viniéramos
aquí, y gracias a eso pude encontrarte Jennifer. Mi familia tiene un cierto
propósito o misión de vida que es encontrar a los perdidos y darles una segunda
oportunidad, una oportunidad que les fue arrebatada por el mundo en el que
ahora están sumidos todos pero que pronto cambiará. Yo vine aquí por ti
Jennifer, y no me iré si no vienes conmigo—
Al escuchar esas palabras
mi corazón se estremeció, sentí algo que me impulsaba a acercarme a Armand, a
lo cual me lancé a besarlo.
Mi vino cayó en el suelo,
pero eso no importaba, lo que importaba era besarnos y poseernos. Afuera empezó
una tormenta que hizo que se fuera la luz en la habitación, solamente nos
iluminaban la luz de los rayos que cruzaban por la ventana como ramas de árboles
que se dibujaban en el cielo tormentoso.
Él
estaba sobre mí, me empezó a besar dulce y tiernamente mientras me desvestía y
se desvestía. Sus labios recorrían mi cuello y me estremecía, recorría mis
pechos cuyos pezones estaban duros y sentibles, jugaba con su lengua con ellos
y me estremecía, solamente podía sentir ya que la oscuridad de la habitación
devoraba todo lo visible y la tormenta exterior solo iluminaba pocos segundos
haciéndome recordar que esto era real y no solo un sueño.
Recorría mi abdomen
jugando con su lengua en el ombligo mientras dejaba al descubierto mis partes. Empezó
a dar besos alrededor de mi vagina, continuando con su mano, abriendo con sus
dedos mi vagina y jugando con la lengua en la parte superior donde está mi
clítoris haciéndome estremecer. Lo que pasó después, ni yo misma lo puede
creer.
Después de un rato la luz
volvió, estábamos los dos en la cama, sin ropa, satisfechos por haber calmado
nuestros deseos en ese momento.
—No estaré mucho tiempo
aquí, mi madre nos llama a mí y a mi familia para que regresemos con ella, hay
cosas que hacer—
Sentí una pequeña
tristeza de que Armand se fuera y no lo volviera a ver.
—¿Ya no volveré a
verte?—
Armand giro su cabeza
para mirarme fijamente y con una sonrisa me contestó.
—Si yo vine aquí fue
por ti, te estaba buscando, mi madre te estaba buscando—
Quedé un poco confundida,
no lo comprendía.
—¿A qué te refieres
con que me estabas buscando?—
—Te dije que mi familia
tiene como misión encontrar a los perdidos para darles una segunda oportunidad,
¿no te gustaría utilizar tu vida para un propósito más grande?—
Las palabras de Armand
sonaban en mi cabeza con un deseo de descubrir que misterio guardaba todo eso.
—Por eso quiero que
vengas conmigo, vine por ti y me gustaría presentarte a mi familia, y sobre
todo a mi madre que es la que maneja todo. Puede parecer atemorizante, he
incluso algo cruel, pero sé que te sentirás como en casa con ella—
Las palabras me generaron
duda, extrañeza y un apetito de curiosidad, no estaba segura de entender lo que
estaba diciendo, pero con tal de no perderlo iría con él a donde fuera.
—Muy bien, lo haré,
aunque no sé si sea buena idea ir a lo desconocido con un extraño— le
respondí en forma juguetona y burlesca.
Armand sonrió y dijo.
—¿Darías un salto de
fe conmigo?— me respondió de la misma forma a lo cual le respondí con un
beso.
—Al menos podré
conocer a esa hermana a la cual dices que me parezco y agradecerle, ella fue la
razón por la cual nos conocimos, ¿Cómo se llama?—
Armand me miró a los ojos
que generaban una sensación de misterio y suspenso que emanaban de ese azul
brillante y con una sonrisa me respondió.
—Ágata, su nombre es
Ágata—
En un callejón oscuro
bajo la tormenta, Ty caminaba embriagado después del rompimiento con Jenny rumbo
a ningún lado. Ty bebió la última gota en su botella de whisky para después
lanzar la botella al suelo rompiéndola al instante. En ese momento una persona
apareció detrás de él.
—¿Qué mierdas
quieres?— respondió Ty ebrio y enojado.
Esa persona que apareció
de las sombras era el sirviente de Armand, a lo cual Ty se espantó tropezando
mientras se retiraba de espaldas cayendo al suelo en un sentón mientras miraba
incrédulo al terrorífico hombre.
Ty se quedó mudo del
pánico, incapaz de articular ninguna palabra más que gemidos de espanto. En ese
momento el misterioso hombre levanto su mano hacia su cara, tomo su cara
completa junto con los lentes que tenía puestos y el extraño sombrero,
arrugándolos y arrancándoselos de la cabeza. En ese momento Ty se dio cuenta
que su cara era solamente una máscara que ocultaba algo terrible.
La cara del extraño
hombre era como un maniquí, lisa, sin cabello, oídos, nariz, boca ni ojos,
solamente una cabeza cubierta de una piel pálida amarillenta, con una textura
húmeda y palpitante.
De repente apareció una
línea negra en la cara del hombre que se extendía de donde se supone que está
la frente en una persona normal hasta el mentón. Esa línea se empezó a abrir revelando
una línea de dientes y colmillos, como una boca en vertical, asomándose poco a
poco.
Ty estaba congelado del
miedo hasta que de la boca empezó a escucharse un pequeño rugido, similar al
que emiten los cocodrilos. El extraño hombre se acercó lentamente a Ty hasta
que estuvo a centímetros de él. La criatura rápidamente tomo una postura
amenazante abriendo su extraño hocico mostrando todos sus colmillos y
tentáculos que actuaban como lenguas mientras emitía un fuerte estruendo entre
rugidos y gritos desgarradores ocultando el grito de Ty mientras en unos
cuantos segundos solamente se escuchaban los truenos de la tormenta sepultando
la evidencia sonora de tal horrible suceso. El único testigo sería un curioso
gato negro, que del otro lado de la calle observaba atentamente la oscuridad de
aquel callejón.
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