7 Agios O Baphomet por Velkan Corvinus
Por Velkan Corvinus "el Viejo"
(Primera publicación en la revista "Acephale No. 11"; Cuento 7mo de la línea principal del Codex Tempesta)
18 de marzo de 1314
Reims, Francia.
El ambiente en la ciudad
se siente gris, caótico, como si el miedo se volviera parte del aire. El Papa
nos había excomulgado y el rey Felipe nos estaba persiguiendo de una forma tan
atroz como si un demonio sediento de sangre lo hubiera poseído.
Apenas soy un novicio, ni
siquiera me he ganado el derecho de llevar la cruz roja del temple en mi
túnica. Mi maestro, Gaspard Van der Morvant, me guiaba en secreto por las
calles de Reims en dirección a la Catedral.
—Cúbrete, la gente no
nos debe reconocer. — mencionaba mi maestro con toda la tranquilidad del
mundo.
Estábamos cubiertos con
una túnica café grisácea, no debíamos llevar nada visible que nos identificara
como templarios, ya que la gente nos delataría ante las tropas del rey.
Llegamos a la Catedral,
no sabía porque una Catedral en sí, ya que la Iglesia también nos estaba
persiguiendo, pero un sacerdote del lugar al reconocer a mi maestro rápido se
apresuró a ayudarnos a entrar rápidamente para después cerrar las puertas de la
Catedral.
La Catedral era
gigantesca, jamás había estado en una como ésta. El lugar estaba vacío,
solamente iluminado por velas. En la oscuridad alumbrada por el fuego caminamos
a paso rápido siguiendo al sacerdote que nos guiaba hacia la parte de atrás del
altar, en el recinto donde el obispo trabajaba.
Al llegar ahí supe que no
éramos los únicos en llegar al lugar. En la habitación estaban otros hermanos
caballeros de la Orden reunidos ahí, algunos mayores que yo, otros ya algo
ancianos, y uno que otro novicio como yo. En el lugar estaba el obispo de la
Catedral, que saludo a mi maestro de una forma peculiar, como si de alguien muy
importante se tratara, lo mismo hicieron los demás templarios del lugar.
—El Gran Maestre
Jacques de Molay a muerto, fue quemado en la hoguera, la noticia se esparcirá
en toda Francia y tanto el Rey como el Papa exterminarán toda presencia
templaria en el reino, no tardarán las fuerzas del rey en saber que la Catedral
de Reims es un refugio de templarios. — menciona el obispo con un tono de
preocupación, pero con emociones muy disciplinadas.
—El Gran Maestre lo
había advertido, los seguidores del hacedor encontraron una de las llaves. —
menciona uno de los caballeros más viejos ahí presentes.
—Nuestra misión sigue
siendo la misma, debemos cuidar a nuestra Señora y a la Gran Obra que traerá a
nuestro Señor Padre a la tierra en el momento oportuno. — mencionó uno de
los caballeros jóvenes del lugar.
—Las llaves las
obtendremos al final de todos modos, ellos localizaron la séptima llave, pero
los rabinos la enviarán a un lugar en donde al final será donde queramos que esté.
— respondió mi maestro.
—¿Dónde es ese lugar?
Si se puede saber— pregunta uno de los caballeros viejos del lugar.
—Al Oeste, más allá de
las columnas de hércules, donde se oculta el sol. Hay una tierra oculta allá,
llegado el tiempo nuestra Orden llegará al lugar para continuar con nuestra
labor. — respondió mi maestro al caballero.
No tenía idea de lo que
estaban hablando, ¿llaves?, ¿tierras ocultas?, ¿la llegada de nuestro señor?,
¿hablaban de nuestro señor cristo y su segunda venida? Obviamente estaba dentro
de una conversación con personalidades desconocidas para mi en la que yo, por
los códigos y lenguajes que usaban, no estaba invitado.
—¿Y la vasija del
Padre?, si los rabinos buscan las llaves es cuestión de tiempo para que lleguen
al cuerpo del príncipe.— menciona uno de los templarios viejos del lugar.
—Los alquimistas
movieron la vasija de sitio, justo ahora sigue en movimiento fuera de Francia,
por seguridad ningún hermano radicado en Francia sabe del paradero, pero se
sabrá en cuanto el caos del momento haya cesado lo necesario.— respondió mi
maestro.
Después de una
conversación relacionada a cuantos caballeros nos quedan, provisiones, aliados,
rutas de escape y demás, mi maestro concluyó.
—El tiempo no es
abundante en estos momentos, la ejecución del Gran Maestre nos dará un tiempo
considerable para prepararnos, pero no hay que abusar de ese tiempo. El Templo
de la Superficie a caído, llegó el tiempo del Templo Secreto — al mencionar
esa última oración, mi maestro saco su espada y apuntó hacia arriba y delante
de él, como gesto de saludo, y exclamó.
—¡Agios O Baphomet!—
al momento de hacer ese extraño saludo, los demás caballeros hicieron lo mismo.
El obispo se aceró a
todos mientras envainaban sus espadas y dijo:
—El tiempo se acaba,
es tiempo de que se preparen, hay un largo camino por recorrer, nuestra Orden
Oscura tiene mucho trabajo por hacer de hoy en adelante. — al terminar, el
obispo procedió a bendecirlos a todos de una manera extraña.
El obispo levantó su mano
izquierda y cerró su mano, sólo dejando estirados tres de sus dedos: el pulgar,
el índice y el dedo medio. Tras el acto, los templarios en la habitación
hicieron una reverencia ante el obispo y se marcharon siguiendo al sacerdote
que los guiaba a un túnel secreto que llevaba hacia debajo de la Catedral.
Antes de que mi maestro
se dirigiera al tunal el obispo lo detuvo.
—Esto lo comenté ya con
tus hermanos, los rabinos saben que la Puerta está aquí en Francia, la están
buscando frenéticamente, por el momento la tenemos resguardada aquí en los
túneles. —
—Eso explica porqué el rey
Felipe está tan encarnizado en exterminarnos y en robar todo lo que tenemos,
¿sabes quien es el que está guiando esta búsqueda?
— pregunta mi maestro al obispo.
—Por mis contactos en el
Vaticano se que el Papa está siendo aconsejado por uno de los patriarcas del
Templo de Salomón, al parecer el de Arriba encontró a la Madre, he hizo que los
rabinos hicieran el trabajo sucio de siempre. —
—Entiendo, gracias
obispo, ¿la Señora Oscura se encuentra aquí por lo que menciona? —
pregunta mi maestro.
—Te está esperando, a ti
y a tu chico. — responde el obispo mientras me miraba de
manera amable y sin ninguna malicia u objetivo oculto.
Mi maestro el agradece, y
nos dirigimos al pasadizo secreto de la habitación.
El lugar estaba iluminado
por antorchas, pareciera que fuera el lugar muy antiguo, pero sólo era la
apariencia, por lo que supe esto pasadizos fueron creador por la Orden del
Temple mucha antes de los acontecimientos que estamos viviendo. Es como si los
primeros caballeros supieran en que iba a terminar todo.
—¿Qué significa todo lo
que hablaron, que es esa Orden Oscura, Señora, Señor y todo eso maestro?—
pregunte con una gran incertidumbre que recorría mi cabeza, pues caminaba hacia
una meta, pero no entiendo realmente cuál es el camino que estoy tomando.
—La Orden del Temple a
la cual tu entraste solamente era la fachada, el disfraz para algo más grande y
oculto a los ojos de los demás. Nuestra misión, desde los primeros nueve
fundadores, fue la de realizar la voluntad del Padre a través de nuestra Madre
aquí en la tierra. — me responde sin siquiera voltearme a ver pues
seguíamos caminando en los túneles y catacumbas del vasto pasadizo que había
debajo de la Catedral.
—No estoy seguro si lo
entiendo bien maestro— respondo con más incertidumbre y
duda a la respuesta que Van der Morvant me ofreció.
—Lo entenderás mejor
cuando hables con nuestra Señora. — responde mi maestro después de detenernos
en una habitación dentro del pasadizo.
—Espera aquí, tengo
que ir por algo, no te muevas de este lugar hasta que yo venga por ti. —
dicho esto, mi maestro se retira hasta desaparecer por una esquina del pasillo.
Mi cabeza daba vueltas,
no sabía que pensar, en que estaba metido, que estaba pasando. ¿Quién es esa
Señora que me va a enseñar esas cosas secretas de las que todos parecen saber
menos yo?
—Parece que te dejaron
solo aquí como yo. —
La voz sonó adentro de la
habitación rústica tallada dentro de la tierra y piedras.
Quien había hablado era
una joven mujer vestida con el atuendo de una monja, toda de blanco, que estaba
sentada en una cama rústica y simple de la habitación mientras acariciaba un
gato negro en sus piernas.
Levanto su mirada y me
miró a los ojos. Tenía unos ojos azules muy fuertes, iguales a los de mi
maestro, ese mismo azul que parecía que tuviera luz propia. Tenía una piel muy
blanca, pero no tanto para ser alguien pálida. Tenía unos ojos grandes con un
ligero alargamiento, pero casi imperceptible. Su cara era redondita, de
cachetes redondos y una nariz algo chata pero no tanto.
Era una monja muy
hermosa, pero al mismo tiempo me sentía culpable por tener esos pensamientos
hacia con una joven monja, además de que iban en contra de mis votos, pero no
podía negar que era una mujer demasiado hermosa.
—Yo también tengo que
esperar aquí, no te preocupes no muerdo. — menciona la joven monja
mirándome con una sonrisa muy amable que invitaba a estar relajado.
—Una disculpa, no me
había dado cuenta que no estaba solo aquí.—
—¿Es tu gato?, ¿Cómo
se llama?— pregunté tratando de romper la tensión que sentía por la
impresión de la chica en el lugar.
—No es mío, y su
nombre no creo que puedas pronunciarlo, nadie puede, al menos en este plano. —
respondió mientras besaba al gato y hacía borucas con él, jugando hasta que el
gato bajó de sus piernas y se dirigió afuera de la habitación hasta perderse de
vista.
—Al parecer todos
aquí, al igual que mi maestro, son enigmáticos y hablan en código por lo que
veo.— menciono tras la respuesta algo extraña de la joven monja.
—¿Hablas de Gaspard?,
no habla en código realmente, solamente habla conforme a la naturaleza del
mundo que descubrió.— respondió la chica.
—¿Conoces a mi
maestro?— respondo sorprendido tras escuchar aquella respuesta.
—Claro, el está
conmigo, el es uno de los encargados de protegerme, para que las personas que
también los persiguen a ustedes no me hagan daño.— menciona la joven monja.
—No entiendo realmente
que es lo que está pasando, ¿tú lo sabes?— trato de
encontrar una respuesta a mis dudas creyendo que la joven monja tenga las
respuestas que yo busco.
—Los hombres del rey y
el papa, el Reino y la Iglesia, están tratando de detener el juicio final, ya
que si ocurre ellos caerán, pues al que llaman Dios será devorado por el Kaos,
y el poder de aquellos hombres se desvanecerá junto con el Dios que se los dio.—
—¿Dios?, ¿no se supone
que nosotros servimos a Dios, peleamos por él?— pregunto confundido y
expectante de una respuesta que pueda entender.
—¿Eso crees?, al que
llaman Dios solamente es un falso monarca que ocupa un trono que no le
corresponde. Si hubiera algo parecido a un rey celestial verdadero sería el
Padre del Kaos, de donde todo proviene, incluso Dios.— responde la muchacha
tranquilamente.
—Entonces, si el Padre
al que nosotros seguimos no es Dios, ¿Quién es el Padre?—
—Ya lo conoces por un
nombre, pero no es quién te dijeron que era. El Padre Kaos es el Señor
Primordial, de él surgió todo, incluso Dios y la Madre que lo engendró, pero
Dios quiso crear su propio mundo y creo una copia imperfecta del mundo del Kaos
en el cual tu vives. Dios a hecho que la humanidad solamente lo vea a él como
el único Dios o el único monarca del único universo verdadero, generando una
guerra en contra de los otros que son emanaciones del Padre Primigenio.—
—¿Y bajo qué nombre es
que lo conozco?— pregunto con curiosidad.
—Satán— responde
la muchacha.
—¡Satán!, ¡¿No se
supone que él es el malo, el enemigo de Dios, el ser al cual combatimos?!—
pregunto exaltado, al parecer las acusaciones que nos hicieron de adoradores
del demonio no son tan falsas.
—Lo es si lo ves desde
la visión de ellos. Satán es enemigo de Dios porque el puede destruir el mundo
material frágil e imperfecto que creo Dios. Satán no puede entrar a este mundo
porque pertenece a un mundo que no es material, Dios pertenece a un mundo que
es material y no hay forma de que se puedan conectar, a menos que se usen
puertas.—
—¿Puertas?, los otros
caballeros hablaban de una puerta. — al parecer estaba uniendo los puntos y
cada vez le encontraba más el sentido.
—Las puertas las
pueden crear los hombres, ya que ustedes provienen del Kaos, pero ya lo
olvidaron, y ellos quieren que se mantenga así. Las Puertas es lo único que
pueden crear un puente entre este mundo y el otro, y las puertas son diferentes
rostros para una misma, la Madre Oscura. —
—¿Quién es la Señora o la
Madre Oscura?—
—Ustedes le rendían
culto como la Virgen María, pero realmente no la adoraban, era su Puerta hacia con
el Padre. Ella es la Madre de Dios, el puente entre el Mundo de Dios y el Mundo
de Satán. De ella cayeron los hombres, y es a través de ella en que los hombres
lograrán alcanzar su liberación. Por eso ellos buscan la puerta y las llaves,
así controlaran por completo este mundo.—
—¿Qué son las llaves?—
—El mundo fue creado en
siete, siete elementos conforman el Mundo de Dios. Para que el Padre pueda
entrar se necesitan las siete llaves para que la Puerta pueda ser abierta por
completo.—
—Los templarios mas
viejos hablaban de una vasija, cuerpo de un príncipe y algo así, ¿Qué és?—
—El Padre es de un mundo
que no es material, para manifestarse en este plano necesita un medio físico
que le permita estar aquí. Las Llaves del Mundo de Dios, la Puerta de los Dos
Planos, y la Vasija del Padre, son los tesoros que ellos quieren y buscan
desesperadamente.—
—¿Y nosotros somos sus
cuidadores y guardianes?— pregunto sin dejar de ver los ojos
de la joven monja.
—Fueron elegidos por
la Señora Oscura porque ustedes mantienen vivo en su interior el Espíritu del
Padre. La Orden que vive debajo de la Orden son los hijos de Kaos.—
En ese momento Gaspard
llega a la habitación, pero cambiado. Llevaba una armadura negra completamente,
en su pecho llevaba un especia de símbolo circular con rayos blancos.
—¿Conoceré ya a la
Señora Oscura?— pregunto a mi maestro mientras veo que éste se arrodilla en
señal de respeto.
—Ya lo hiciste—
En ese momento la mujer
se desase de su atuendo blanco, quemándose al instante y desvaneciéndose sin
dejar cenizas dejando al descubierto una mujer vestida con un vestido rojo
brillante que pareciera que emanaba luz rojiza propia.
—¿Listo para el
siguiente paso, joven templario?— pregunta mujer de rojo mirándome con
amabilidad y tranquilidad.
No podía dejar de
asombrarme la belleza de esa mujer. La perfección de su rostro, su cuerpo su
esencia, el fuego que emanaba, ¿era ella por la cual peleábamos todo este
tiempo?
—¿Cuál paso, mi
Señora?— pregunto a la mujer sin dejar de estar sorprendido de lo ocurrido.
—Serás requerido en la
futura batalla. Mi Caballero predilecto hace tiempo que falleció, pero volverá
a nacer y te necesitará a su lado, serás parte de su Mesa Redonda, juntos
traerán al Padre al Mundo de Dios.—
Gaspard se endereza y se
pone junto a mí. De su capa saca una espada, en cuya base de la hoja esta
grabado un número, 1611. Gaspard me empieza a tocar el hombro con el filo de su
espada y dice.
—Te nombro Sir Armand Van
der Morvant, Caballero de la Tempestad, hermano de la Orden Oscura.—
—De pie, Sir Armand.— ordena
la mujer de rojo.
—Bienvenido a la
familia, hijo mío.—
Tras la bienvenida al
ceno de la Madre, solo diré.
—Agios O Baphomet—
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