14 Dios no está Aquí por Velkan Covinus
Por Velkan Corvinus
(Primera publicación en la revista "Tempestor No.3")
—Señorita
Kovalenko…¡Señorita Kovalenko!— exclamó el rector del colegio.
—Sss…si, SI—
respondo rápidamente, mientras me quito mis audífonos y cierro mi locker.
—El proyecto de
exposición de arte se va a realizar este sábado, quisiera que pudieras
organizar la lista de invitados para la fiesta después de la exposición.—
—Claro, por supuesto,
lo tendré listo antes de las nueve.— el rector sonrió, asintió con la
cabeza y se marchó.
—¡Rojita!, ya deja de
pensar en el trabajo, actividades extra, bla bla bla, ven a la fiesta de esta
noche.— menciona, con tono burlesco, mi mejor amiga Jean.
—Claro que iré, soy una
de las organizadoras—
—No esa tarada, sino la
gran fiesta de Charlie en su casa, tiene una enorme piscina.—
—Aaah, ya, no creo ir,
estaré muy cansada.—
—Hay vamos, va ir Tyler,
yo sé que te gusta, wuuu.— dice Jean con un tono burlesco, haciendo que me
sonroje en el pasillo de la escuela.—
—Ya, ya, está bien, iré,
pero puedes callarte.— respondo, tratando de callarla.
—¡Bien rojita!, hoy esa
vagina ucraniana será desvirgada, wow.— exclama Jean, mientras
se escabulle rápidamente, antes de que pudiera golpearla.
Charlie es una de los
populares de la escuela, y más alocados del salón. Después de la desaparición
de Alice Brown, la escuela quiso evitar eventos sociales, extra escolares, por
miedo a otra desaparición, y con cierto disgusto social en las calles, la
escuela trataba de protegernos lo más que podían, pero a veces se estaba
excediendo.
Las fiestas eran, antes
de este “toque de queda” no anunciado, algo normal. Me invitaban a muchas,
recurrentemente, y siempre creían que yo era de intercambio por mi nombre. Mis
padres son de Ucrania, pero yo nací y crecí aquí, en California. Aunque hablo
ucraniano bien, gracias a mis padres, y conozco bien mi cultura de Europa
oriental, soy la más californiana y norteamericana de todas.
Cuando llegué al Jackson
College, Jean fue la primera en hacerse amiga mía, fue ella la que me bautizó
como la “Rojita”, por mi pelo pelirrojo. Ella era la afroamericana más
irreverente, desmadrosa, y sin vergüenza que jamás conocí, aunque eso sí, muy
disciplinada en el fitness, se hace llamar: “la barra de chocolate más sexy del
mundo”. Siempre tiene un afro corto, y es de ley que siempre tiene un top, para
presumir su bien formado abdomen; ella siempre me impulsa a que muestre más
piel, ya que yo también me mantengo en forma, pero no soy tan “exhibicionista”
como Jean.
Siempre voy a las
aventuras que Jean me propone, aunque de esta fiesta, no sé si tenga fuerzas
después para ir. El sábado hay una exposición de arte en el colegio, y yo, al
ser una de los miembros del comité de eventos, tengo que estar presente. El
arte, en especial la pintura, es algo que me fascina de verdad; la corriente
prerrafaelista la mi favorita, un tono medieval y artúrico muy hermoso, aunque
mi tipo de arte preferido es el erótico. Yo suelo pintar arte erótico, la
escuela me a permitido exponer varias de mis piezas; el cuerpo femenino
desnudo, es una obra maestra. Me gusta inmortalizar la sensualidad de la
desnudes, más allá de un simple “pre” antes de sexo, aunque algunos de la escuela
no captan el mensaje y pareciera que estoy “desesperada por sexo”; pero claro,
una mujer blanca, pelirroja, de ojos azules, con buena figura, pechos decentes,
le gusta pintar cuerpos desnudos, es claramente una sedienta de penes y una
diosa del sexo, en la mente de esos idiotas.
—¿Qué?—
suena mi celular en tono de mensaje.
Según escuche por ahí,
¡Tyler va a ir a la fiesta!, será mejor que te depiles ahí abajo, o déjatelo,
puede que a Tyler le guste el peluchín rojo, muak, besos.
Ese dolor de cabeza, a
veces me gustaría que Jean no fuera tan explícita, luego porque piensan cosas
de mí que no son.
—¿Nyura?, ¿no vas a
cenar?— pregunta mi madre, después de haber entrado rápidamente hacia mi
cuarto.
—No mamá, gracias,
estoy cansada y tengo que terminar unas cosas para la presentación de mañana.—
—De acuerdo hija, pero
mínimo come algo cuando puedas, sabes que a tu padre y a mí, no nos gusta que
te mal pases, te amo hija.—
—Y yo a ti—
Caí rendida en la cama,
mis pies me dolían, quería dormir hasta no poder más.
—jajaja— Una risa
extraña me despertó, antes de poder quedarme completamente dormida.
—¿Mamá?— pregunté
al aire, pensando que fuera ella, pero la risa me parecía muy peculiar, juraría
que era igual a mi voz.
Me volví a acostar,
pensando que solo eran cosas de mi cabeza, por lo cansada, pensaba yo.
—Descansa…Nyura—
Al escuchar esto,
rápidamente me levante despavorida, juraba que me habían dicho eso en el oído,
y no solo eso, estoy completamente segura que esa voz que dijo eso, era mi
propia voz.
En ese momento, escucho
un golpeteo en mi ventada, junto con un graznido, como el de un ave. Al
levantarme, y recorrer la cortina de mi ventana, veo que es un cuervo, parado
justo afuera de mi ventana. El cuervo solamente se quedó viéndome, antes de
emitir un graznido más fuerte, e irse volando rápidamente.
No sabía que pensar en
ese momento, me sentía confusa, ¿me estoy volviendo loca?, tal vez cenar era lo
más conveniente para mí.
Al bajar a la cocina, mis
padres estaban cenando, a lo cual, me uní a ellos en seguida.
—¿Y, como te fue en la
escuela hija?, ¿todo bien?— pregunta mi padre, interesado en conocer mi
día.
—Muy bien papá,
solamente algo preocupada por como saldrá la presentación de arte en la
escuela.— respondí algo angustiada.
—No te preocupes hija,
todo lo que haces siempre sale a la perfección, tengo total fe en eso.—
responde mi madre, cuando un golpe suena en la ventana de la sala, rompiéndola
al instante.
—¡Vaya!, que les
pasará, algo los alteró o les llamó la atención.— responde mi padre,
mientras se levanta para ir por una escoba y recogedor, para recoger los
vidrios rotos.
—¿Papá, que pasa?—
pregunto algo conmocionada.
—Una parvada de
cuervos apareció afuera de la casa, poco antes de que bajaras a cenar.—
¿Cuervos?, me levanté de
la mesa, y fui a la ventana rota, que miraba hacia la calle. Ya era de noche,
por lo cual, solamente se podía ver gracias a las luces de las lámparas, pero
eran suficientes para ver, que cientos de cuervos estaban en los árboles, en
frente de mi casa, rodándola, y mirando en dirección a ella, graznando sin
moverse. En ese momento, vi que al otro lado de la calle, en la acera, había un
hombre extraño; el hombre parecía un vagabundo, anciano, de pelo y barba larga,
entre grisácea y blanca; tenía un parche en el ojo izquierdo, hecho con alguna
tela desgastada, a sus costados tenía dos perros enormes, con brillantes ojos
amarillos, mirándome fijamente; en sus brazos tenía un pequeño gato negro, de
ojos amarillos muy brillantes al cual acariciaba, que al igual que el anciano y
los dos perros, me miraban fijamente.
Sentí un escalofrío
inmenso, que me paralizó, haciendo que la voz de mi madre, se escuchara lejana.
—Hija, ¿Qué estás
viendo allá afuera?.— rápidamente entre en sí, volteando para con mi madre.
—Nada mamá, solamente
estaba mirando a ese hom…— al momento de voltear de vuelta al lugar en
donde estaba ese hombre, ya no había nada.
Los cuervos graznaron
fuertemente, y todos al mismo tiempo, empezaron a volar, alejándose de mi casa,
dejando cientos de plumas negras afuera en el jardín. Que estaba pasando.
—Cú cú, tierra
llamando a Nyura, ¿Qué te pasa amiga?— exclama Jean, tratando de que volviera
de mis pensamientos.
—Qqq… ¿Qué?, perdón,
no estoy bien ahorita mismo.—
—¿Qué pasó?—
—Dormí algo intranquila,
escuche voces, que juro que fue mi voz, y unos cuervos extraños, rodearon mi
casa en la noche poniéndome intranquila y asustada.—
—Guau, que miedo, yo
solamente me masturbe con mis juguetes toda la noche.—
responde Jean, con una sonrisa de sin vergüenza.
—¡Jean!, no tengo por
qué saber eso.—
—Ya viste quien está
ahí.— menciona Jean, mientras señalaba a un hombre a lo
lejos.
Era el pastor Peterson,
que iba a estar presente en la exposición de arte de la escuela. El pastor
Peterson a estado rodeado de críticas y de defensores de su persona, ya que era
íntimo amigo del pastor Joe Hammond, del caso de pederastia de hace ya algunos
meses, y dicen algunos rumores, que Peterson, era uno de sus “clientes” más
concurrentes de su casa.
—¿Será cierto lo que
dicen de él?, ya sabes, de lo pedófilo.— pregunta Jean.
—No lo sé, mientras la
policía no tenga nada seguro, pienso que es correcto darle el beneficio de la
duda.—
Jean no mostro
satisfacción con esa respuesta.
—Bueno, ¿vendrás a la
fiesta de Charlie esta noche?—
—No lo sé la verdad.—
—Hay vaaamos, estará
Tyler, tú y yo sabemos que te mueres por él desde que entraste a la escuela.— lo
cual Jean tenía razón, me encantaba Tyler, pero nunca me atreví a acercarme a
él, y él nunca mostró interés hacia mí.
—Bueno, lo haré, pero
después de mis deberes.—
—¡Bien!, te veo allá, y
lávate la cola antes.—
—¡Jean!—
—Jajaja, te veo esta
noche rojita.— exclama Jean, mientras se aleja.
La fiesta de la
exposición de esta noche, estaba por finalizar, y me retiraba, despidiéndome
del rector y los principales representantes de la escuela, mientras me
agradecían por mi estupendo trabajo.
Mientras caminaba hacia
mi casa para cambiarme e ir a la fiesta de Charlie, cobijada por la noche, y la
luz de las lampara, vi al extraño vagabundo de la otra noche, hurgando en un
contenedor de basura de un callejón. Se me heló la sangre, y traté de caminar
lo más rápido sin tratar de mirarlo.
—Llegó la hora…la
Madre Oscura ha dado la orden, ya sabes que hacer.— era la voz del
vagabundo, que se dirigía expresamente a mí.
Me quedé en shock, traté
de voltear lentamente hacia él, con un miedo que me impedía seguir avanzando.
—Qqq, ¿Perdón?— pero
al voltear, el hombre ya no estaba.
Rápidamente, corrí
frenéticamente hasta mi casa, tratando de calmarme y tranquilizarme en la
puerta, y evitar llamar la atención de mis padres.
Al entrar, lo más
serenamente posible, me dirigí directo hacia mi cuarto, encerrándome en mi
cuarto, ¿Qué estaba pasando?, esto no era normal. No tenía ganas de salir ya de
mi cuarto, hasta que recibí un mensaje de Jean, me estaba esperando en su auto
afuera de mi casa. Tal vez despejarme en la fiesta sea una buena solución para
tranquilizarme, lo más seguro es que ese viejo loco estuviera enfermo o drogado
y soy yo la que me imaginaba cosas.
Me cambié, me despedí de
mis padres y me fui con Jean a la fiesta. La casa de Charlie era una locura.
Desde lejos, parecía que
fuera la fiesta de una fraternidad. Al entrar todo estaba con luces neón,
bebiendo, bailando, con música, todos felices. Nos invitaron bebida y empezamos
a divertirnos.
La albera estaba llena,
todos en traje de baño, y Jean, rápidamente se desvistió, provocando gritos de
los demás chicos al verla, y ella, como es de esperar, haciendo un striptease
mientras lo hacía.
—¿Qué esperas rojita?,
saca a relucir esos pechos.—
—Estas loca Jean.—
ella simplemente se rio, y se lanzó a la alberca.
—¿Te puedo invitar un
trago?—al voltear a ver quién era, me congelé, era Tyler.
Se veía guapísimo; estaba
en shorts, descalzo, mostrando un cuerpo muy bien trabajado, se parecía a esos
chicos guapos de tik tok que hacen trends sensuales, con su corte de pelo algo
alborotado, y una mandíbula cuadrada muy atractiva.
—Sss, Sí, por supuesto.—
Rápidamente me fui con él
a la cocina, no podía creerlo, ¡Tyler me estaba hablando!
—Que fiesta verdad.—
la boba de yo, tratando de hacer una conversación normal como niña idiota.
Tyler simplemente sonrió.
—Charlie tiene esa
particularidad de querer llamar la atención en todas sus cosas, pero olvida
eso, quiero saber de ti.— me sonrojé rápidamente al escuchar eso.
—Y, ¿Qué quieres
saber?— respondí a Tyler, mientras él se mostraba un tanto incómodo por el
ruido que no dejaba escucharnos bien.
—¿Te importaría si nos
vamos a un lugar más tranquilo.—
—Si, claro, no tengo
problema con eso.—
Tyler me guio por las
escaleras de la casa de Charlie, hacia uno de los cuartos que estaba lo
suficientemente aislado de la fiesta para que nadie nos molestara.
—Esta más tranquilo
aquí.— al voltear a ver a Tyler, veo que se me acerca, lentamente, me toma
de la cintura, me acerca a él, y me empieza a besar.
Estaba encantada, y
empecé a besarlo a él, la temperatura subía, pero Tyler, empezó a manosearme,
metiendo sus manos dentro de mi ropa, a lo cual, lo aparté bruscamente.
—¿Qué te pasa?, vas
muy rápido, no te parece.— exclamé enojada por sus acciones.
—¿Es lo que querías
no?, ¿no estabas completamente enamorada de mí?— respondió Tyler, un poco
molesto, aún con ganas de terminar lo que él había comenzado.
—Si, pero, no siento
que sea la forma adecuada, me gustaría algo normal, conocernos, tener citas,
como cualquier pareja normal.— al escuchar esto Tyler, frunció el ceño, y
mostró su verdadera cara.
—Mira, seré sincero
contigo, eres hermosa, tienes un cuerpo exquisito, solo te quiero para una
cosa, lo demás me vale mierda.— al decir esto, Tyler se abalanzó hacia mí,
besándome a la fuerza.
Me sentía abrumada,
tratando de apartarme de el con todas las fuerzas posibles, hasta que lo golpe
e intenté ir hacia la puerta, pero fue tarde. La puerta se abrió y entro
Charlie, con algunos amigos de Tyler al cuarto.
—Te dije que no sería
sencillo amigo, esta perra es de principios, tienes que hacer otros métodos con
ella.—
—Bueno, ¿a lo que vinimos
hoy no?— al responder esto Tyler, todos se abalanzaron hacia
mí.
Me lanzaron a la cama y
me sujetaron de brazos y piernas, quería gritar, pero tapaban mi boca
fuertemente. Rompieron mi blusa, mi brasier, me bajaron los pantalones dejándome
casi desnuda. Empezaron a manosear todo mi cuerpo, besándolo, mis pechos, mi
abdomen, metían sus dedos en mi vagina y lamían mie pezones mientras luchaba
por defenderme en vano, me estaban violando. No podía hacer nada, me sentía en
shock, me estaba desmallando, hasta que antes de desmallarme, escuche una voz
en mi cabeza: Descansa linda, yo me encargo.
—¡No!— grité
rápidamente mientras me erguía en la cama donde me habían atacado, pero lo que
vi, fue demasiado horrendo para contar con claridad.
La habitación estaba
bañada de sangre, entrañas, heces fecales, orina, y los cuerpos mutilados de
todos. Tyler estaba colgando del techo, con el pecho abierto sin viseras, con
una expresión horrorosa en su casa, que carecía de ojos. Los demás, pareciera
que se arrancaron las entrañas, los ojos, y la piel ellos mismos, como si algo
los hubiera poseído y hecho que entraran en una locura terrorífica.
No podía con tanto
horror, sentía quería entrar en shock y que iba vomitaba, así que me levanté para
ir al baño rápidamente. En una esquina vi a Charli, en posición fetal, columpiándose,
diciendo cosas sin sentido.
Charlie estaba desnudo,
cubierto por heces y orina, que parecía que eran suyas. Al acercar a él, él, al
verme, mostro una cara de horror tan fuerte y aterradora, que se desmalló,
poniendo sus ojos en blanco y escupiendo espuma por la boca.
Entré al baño asustada,
no sabía que estaba pasando, abrí al lavamanos para enjuagarme la cara y pedir
que esta pesadilla terminara.
—Tienes razón, es una
pesadilla, pero no para ti.— me eché para atrás asustada, era la voz de la
otra vez.
—¡¿Quién?!, ¡¿Quién
eres tú?!—
—Mira al espejo.—
al voltear al espejo, no podía creer lo que veía, era yo.
Mi reflejo estaba de pie,
en una posición en que mi cuerpo no estaba, como si fuera otra persona, pero
era yo. La única diferencia entre ella y yo eran los ojos, aunque yo tenía ojos
azules, los suyos no eran normales, brillaban mucho, como si el azul de sus
ojos tuviera luz propia.
—¿Quién, qué eres?
Estoy loca.—
—Estoy segura que lo
crees así, pero no, soy tan real como tú.— responde mi reflejo
con un tono sueva, tranquilo y muy seguro.
—¿Quién eres?—
vuelvo a preguntar asustada, sin entender nada de lo que estaba pasando.
—He tenido muchos
nombres, al igual que tú, provengo de la tierra de tus ancestros, los cuales
hoy en día, me han olvidado, pero sigo viva en las pesadillas de los hombres,
llámame Marowit.— no podía entender lo que estaba pasando.
—¿Qué?, pero ¡¿Qué está
pasando?!—
—Lo entenderás más
adelante, pero no hay tiempo, usaré su cuerpo una vez más, dulce sueños linda.—
Caí en una inconciencia
absoluta y desperté de pie en una iglesia, era la iglesia del pastor Peterson.
Como había llegado aquí, no lo sé, pero con lo que acaba de pasar, pareciera
que esto fuera algo normal.
A lo lejos vi al pastor,
cargando algo apresuradamente, sin pensarlo, corrí hacia él en busca de ayuda.
—¡Pastor Peterson,
ayuda por favor!, no se lo que esta pas…— al llegar con él, vi lo que
estaba cargando, era el cuerpo de una niña.
—¡¿Nyura!?, ¿Qué éstas
haciendo aquí?— contestó el pastor asustado por lo que yo acababa de ver.
—¿Qué esta, que esta
haciendo?— pregunté mientras caminaba hacia atrás, tratando de alejarme de
él.
—Lamento que hayas
tenido que presenciar esto Nyura.— el pastor deja caer el cuerpo de la niña
y corre rápidamente hacia mí.
Trato de correr lo más
rápido, pero me alcanza de la cintura y me azota al suelo.
—Eres una chica buena
Nyura, pero no permitiré que reveles lo que acabas de ver.— el pastor
empieza a ahorcarme, tratando de matarme.
Intento con todas mis
fuerzas librarme de él, pero es demasiado fuerte. Es en ese momento, que una
risa oscura y grave, inunda el lugar.
El pastor se detiene y
empieza a observar por el lugar, buscando asustado de donde provenía esa risa.
En el fondo de la iglesia, justo a un lado del altar, se abre una puerta. El
lugar se empieza a llenar de un olor nauseabundo, como olor a podrido,
insoportable para respirar. Se escucha algo caminar, algo que trae arrastrando
algo pesado; las paredes empiezan a gotear sangre, una sangre fétida y oscura
recorren las paredes del lugar. De la puerta emerge algo que ni siquiera el
terror más horrendo puede describir. Era una especie de hombre, como un cristo,
arrastrando una cruz lentamente; ese hombre, su piel se veía pálida y
nauseabundamente podrida, tenía varias cortadas y heridas, como los azotes de
Jesús durante la crucifixión. De su piel brutaba ligeras líneas de sangre
fétida, como la de las paredes, y en cada paso, se caían al suelo gusanos, que
se alimentaban de su cuerpo podrido. La cruz que cargaba estaba en muy mal
estado, como madera podrida, pero lo más horrendo fue cuando nos reveló su
rostro.
En su cabeza tenía una
corona de espinas, de la que brotaba esta pestilente sangre, su pelo negro,
mojado por ésta, y su rostro mostraba una monstruosidad que las pesadillas no
podían imaginar. Su boca estaba sin labios, solamente mostraba una dentadura
podrida, de cadáver, solamente rodeada de una barba en putrefacción, su nariz
no estaba, solamente los huecos de las fosas nasales, y sus ojos eran
completamente blancos, blancos sin vida, muerto, pero sentías que te miraban.
Se detuvo, mirándonos
fijamente.
—Oh Dios mío.—
exclamó el pastor, aterrado de lo que estaba presenciado.
Ese cristo horripilante,
soltó un grito abrumador, como un rugido de algo muy agudo y terrorifico, nada
humano; dejó caer la cruz que cargaba y, corriendo en cuatro patas,
contorsionándose mientras lo hacía, fue directo hacia nosotros. En ese momento,
tomé fuerzas y pateé al pastor tan fuerte como pude en dirección hacia ese monstruo,
alejándome en dirección opuesta tan rápido como pudiera.
La criatura lo alcanzó,
se puso encima de él, desprendiendo fétidas babas en su rostro, mirándolo
fijamente a los ojos, y con una voz grotesca y nauseabunda, nada humana, le
dijo.
—Dios…no…esta…aquí.—
La criatura rugió en la
cara al pastor tan fuertemente, que el lugar tembló, haciendo que la velas que
había en el lugar cayeran, y que algunos cristales se rompieran en el lugar. La
criatura devoró la cara del pastor, haciendo que de su cuerpo brotase gusanos,
corrompiéndolo y descomponiéndolo al mismo tiempo el cuerpo de Peterson.
La criatura levantó la
mirada hacia mí, se levantó del cadáver irreconocible de Peterson, caminando
lentamente hacia conmigo; una voz se escuchó en el lugar, la voz de una mujer,
mi voz, ¡era Marowit!, hablando en una lengua que no entendía hacia la
criatura. El ser, se detuvo, e hizo una reverencia hacia mí, desasiéndose y
descomponiéndose lentamente en miles de gusanos hasta desaparecer en un charco
de sangre fétida.
Estaba atónita, asustada,
empecé a llorar desconsoladamente, tenía miedo, no sabía que estaba pasando,
quería que todo terminara ya. De las sombras, una figura alta emergió.
Un hombre apareció,
dirigiéndose hacia mí, lentamente. Era un hombre alto y delgado, tenía cabello
negro largo, al igual que su barba, ondulados y desaliñados; vestía con una
túnica de monje de color negro, y mostraba una cara pálida pero serena. Tenía
las manos ocultas en las mangas de su túnica, pero lo que más resaltaban eran
sus ojos azules, igual a los de mi reflejo, azules brillantes, como si tuvieran
luz propia.
—Tranquila mi niña, no
llores, todo estará bien.— dijo el extraño hombre.
—Porfavor, no me haga
daño, solo quiero irme a casa.— respondí tratando de no llorar mientras
hablaba.
—Yo jamás le haría
daño, me mandaron para ayudarla y cuidarla, guiarla en este camino que va
recorrer.— responde el hombre con un tono cortés y tranquilo, tratando de
serenarme.
El hombre me extiende su
mano, gentilmente, para ayudarme a levantarme del suelo. Me límpio mis lagrimas
de los ojos y tómo su mano. El hombre sonríe y toma distancia de mí, para
sentirme más tranquila.
—¿Qué, quién eres?—
pregunto asustada, pero más calmada que antes.
—Me dieron la
encomienda de ser su guía en este camino que la Señora Oscura a encomendado,
seré yo quien proporcione alivio a esas preguntas que tanto aquejan su corazón,
pues lo que viene será más difícil y peligroso para todos.—
El hombre hace una
reverencia hacia mí, y al erguirse nuevamente responde.
—Mi nombre es Grigori Rasputín, su leal sirviente…mi señora.—
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